Vilaflor se encuentra ubicado en una región montañosa de la parte sur de Tenerife. Este pueblo encierra una belleza natural indescriptible que debes contemplar con tus propios ojos. En este lugar encontrarás varios puntos de interés, como guachinches en los que disfrutar de la gastronomía canaria o tiendas de artesanías locales.
A lo largo de la historia, la vida de los chasneros, que así se les llama a sus residentes, ha estado ligada al campo y la ganadería. La economía de este municipio se rige principalmente por la actividad agrícola, especialmente el cultivo de la vid y las papas. También es importante la ganadería, pues en Vilaflor se producen deliciosos quesos de cabra que no te querrás perder.
Si visitas Vilaflor, no debes irte sin probar los dulces artesanales de Mª Isidra Dorta Fumero, una auténtica chasnera que aprendió el arte de la repostería a sus doce años, aunque fue a los 41 cuando empezó a desarrollarse profesionalmente en el mercadillo del municipio. Son muchos los dulces que Mª Isidra prepara: rosquetes de vino, mantecados, galletas, merengues, quequi, etc. Pero su ‘’plato estrella’ son las tortas chasneras, unas tortas o galletas de almendras típicas de Vilaflor.
Otro de los especiales atractivos del pueblo son sus historias y la antigua presencia inglesa en el pueblo. En este artículo nos gustaría contarte algunas de las leyendas que custodia Vilaflor, ¡no te lo pierdas!
Foto: Vistas desde el mirador de Vilaflor
Presencia inglesa en la historia de Vilaflor
Una de las herencias de Reino Unido en el pueblo es la Casa Inglesa, ubicada en la plaza de la Iglesia de San Pedro Apóstol. Se trata de una vivienda centenaria construida en el siglo XIX en la que vivieron sucesivos ingleses. Por ejemplo, durante 20 años la casa estuvo habitada por la británica Mary Edward y, más tarde, por el reverendo cura Thomas Gifford Nash, también inglés. A día de hoy, la vivienda se emplea como Casa Parroquial.
En la historia de Vilaflor hay numerosas figuras de origen inglés. Por ejemplo, el botánico inglés P. B. Webb escribió junto al naturalista francés Sabine Berthelot la Histoire Naturelle des lles Canaries. En esta obra incluyeron ilustraciones de los cipreses de Vilaflor de Chasna, como los que a día de hoy siguen destacando por encima de la iglesia.
Foto: Iglesia de San Pedro, con los cipreses detrás.
El origen del nombre de Vilaflor
La fábula de la procedencia del nombre es una de las más simbólicas. Antes del siglo XV, en la época guanche previa a la colonización europea, este pueblo se denominaba Chasna y pertenecía al menceyato de Abona. Luego, el nombre pasó a ser Vilaflor de Chasna como consecuencia del enamoramiento que sufrió el capitán Pedro Bracamonte con una muchacha aborigen.
E. Rodríguez Núñez publicó en el periódico Diario de Tenerife el 10 de septiembre de 1887 la traducción de algunos fragmentos del libro Río de la Plata y Tenerife (1870) del profesor Pablo Mantegazza. Uno de ellos relata la historia del origen del nombre de Vilaflor:
"En 1496 los guanches, atrincherados en las montañas, peleaban por su independencia. Pedro de Bracamonte, uno de los capitanes de Alonso do Lugo, [...] encontró una joven guanche á quien hizo prisionera, escapándose algunos días después. El noble castellano, enamorado perdidamente de ella, no pudo resistir esta pérdida cruel y regresó al campamento en completo estado de locura. Sus compañeros de armas y sus amigos no pudieron apaciguarlo y al cabo de tres días de delirio, murió. El gritaba siempre: vi la flor del valle, vi la flor, vi la flor, y con estas palabras espiró. Los soldados de Lugo, dan al valle el nombre de Vilaflor, en memoria de aquel infeliz capitán, aunque después prevaleció el nombre indígena de Chasna’’.
Foto: restos de lluvia por GR131 Camino de Chasna
El extraño crimen de Vilaflor: asesinato del VII marqués de la Fuente de Las Palmas
Otras de las leyendas más conocidas del pueblo gira en torno al crimen de 1840, cuando doce hombres enmascarados asesinaron con fusiles al VII marqués de la Fuente de Las Palmas, don Alonso Chirino del Hoyo-Solórzano, en Vilaflor. Sin embargo, la historia se remonta años atrás.
En 1825, el marqués heredó el mayorazgo de los Soler y una amplia variedad de propiedades en el pueblo. No obstante, siguió reclamando más tierras y aguas que habían sido y estaban siendo utilizadas por propietarios chasneros. Durante décadas, hubo pleitos y confrontaciones entre este y los habitantes, pues los invasores europeos tenían el derecho a desahuciar a los arrendatarios debido al abusivo modelo de arrendamiento en especies, instándolos a la emigración y el hambre.
El caso fue a juicio y, en 1833, el marqués ganó la sentencia. Al cabo de varios días, doce enmascarados decidieron vengarse y poner fin al enfrentamiento acabando con su vida cuando se dirigía por el camino de Granadilla a Vilaflor.
Posteriormente, el caso quedó sin resolver y se instauró un velo de silencio en todo el pueblo.
Foto: vistas desde Pino Enano, en Vilaflor
Vilaflor, una joya para hacer turismo de naturaleza y ver paisajes en Tenerife
Al margen de la clara presencia inglesa y de sus leyendas, Vilaflor es un pueblo realmente interesante y peculiar debido a su altitud (una media de 1811 msnm), su cercanía al Teide y sus impresionantes paisajes.
El elemento natural más representativo del municipio es el pino canario. El pueblo posee el pinar más longevo de Canarias y el único de la isla que no es exclusivamente de repoblación.
De hecho, existen dos ejemplares de este pino de incalculable valor natural:
El Pino Gordo: especie de pino canario (Pinus canariensis) que alcanza los 45 metros de altura y que, por lo tanto, es el segundo árbol más alto de España.
Foto: detalle de un letrero con datos del Pino Gordo. Kaluhar, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons
El Pino de las Dos Pernadas: el árbol autóctono más alto del país, con 56,03 metros de altura.
La riqueza natural de Villaflor no solo destaca por sus pinos, en este municipio también se encuentran espacios adjuntos a la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos del Parque Nacional del Teide, al Parque Natural de la Corona Forestal, al Monumento Natural de Montaña Colorada y al Paisaje Protegido de Ifonche.
Foto: Parque Natural Corona Forestal en el término municipal de Vilaflor, cerca del Barranco de las Lajas.
Por otro lado, el clima de Vilaflor es realmente fascinante. En la mayor parte del año el ambiente es seco y soleado, pero en invierno, sobre todo en la cumbre, puede llegar a nevar.
Tomás Cervia (Santa Cruz de La Palma, 1902), licenciado y doctor por la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid, escribió el 24 de enero de 1932 en el periódico La Prensa lo siguiente:
Hablar de Vilaflor es hablar de su clima. El clima de Vilaflor es peculiar al mismo y único en la Isla. Vilaflor-pueblo y Vilaflor-clima, son ideas gemelas e inseparables. No es que Vilaflor tenga únicamente su clima como posibilidad; Vilaflor tiene su riqueza en agua y en agricultura, tiene su especial situación de enlace del Sur con el Norte de Tenerife, tiene sus ventajas turísticas, sus bosques, su altura. Todo en embrión, todo presto a ser desarrollado por iniciativas inteligentes, de visión clara, frente a cuanto signifique inercia, incomprensión, aislamiento.
Pero el clima en Vilaflor es lo fundamental porque compendia todas estas ventajas y las unifica; porque todo clima es la resultante de múltiples factores, todos interesantes y todos ventajosamente presentes en Vilaflor: altura, orientación, horizontes, atmósfera, arbolado, radiaciones solares, agua...
Vilaflor-clima, lugar de reposo, lugar de cura. He aquí la más rica y al mismo tiempo la más bella por ser la más humana de todas las posibilidades de Vilaflor. He aquí todo un programa a desarrollar.
Lugar de reposo, de aislamiento. ¿A qué repetir todos los ditirambos que se le han dedicado? ¿A qué mencionar su placidez y sus encantos?